martes, 27 de marzo de 2012

La transformación de Toledo en 140 años




Mucho antes de que se hicieran las carreteras y los caminos, en 1872, el genial fotógrafo Juan Bautista Laurent y Minier, subió con su carro por los escarpados senderos del valle del Tajo, cargado con una enorme cámara de madera y 6 placas de vidrio de 27x36 cms. (...no es un error, son ¡centímetros! de negativo...) que previamente sensibilizó en este carro por el proceso del colodión. Una vez preparadas, y todavía húmedas, fueron expuestas magistralmente de forma consecutiva y solapadas, formando una impresionante panorámica que encaja a la perfección.
Este  proceso, al contener cianuro,  era sumamente peligroso y muy complicado de ejecutar, pues las placas, una vez sensibilizadas, había que exponerlas en cámara y revelarlas inmediatamente, en el mismo lugar,  antes de que el éter del colodión se evaporara. ¡Y en completa oscuridad!...  Era muy poco sensible a ciertas gamas de color, por eso los cielos salen "pelados", lo que no resta un ápice al gran valor de estas imágenes.
 140 años después, he  seguido  sus pasos, de forma mucho más cómoda,  hasta localizar el sitio exacto de su emplazamiento y poder plasmar con precisión las transformaciones de la ciudad de Toledo en este tiempo, mediante 714 fotografías de 100Mg cada una. http://gigapan.org/gigapans/101459
Vaya con esta presentación, mi humilde homenaje a nuestro querido compañero y amigo,  Eduardo Sánchez Butragueño, que periódicamente nos regala la vista y  la historia fotográfica de Toledo en su impresionante blog http://toledoolvidado.blogspot.com.es/, que ya representa un auténtico referente mundial.

domingo, 11 de marzo de 2012




CUEVAS DE HÉRCULES
El solar que alberga las llamadas Cuevas de Hércules (callejón de San Gines, 3) presenta una rica historia arquitectónica, en cuanto ha sido ocupado por distintos edificios a lo largo de la historia: en época romana se había construido aquí un depósito de agua para el abastecimiento de la ciudad, que formaba parte de la red hidráulica romana de Toletum. Posteriormente, ya en época visigoda, parece que sobre el depósito de agua se levantó un templo cristiano. Después una mezquita. Más tarde, probablemente en el siglo XII, un nuevo templo se construyó en el mismo lugar, dedicado a San Ginés, sede de la parroquia homónima.
Con  respecto a la cisterna romana (depósito de agua) se han obtenido nuevos e interesantes datos. La investigación ha podido constatar que el depósito fue construido en torno a la segunda mitad del siglo I d.C. con forma rectangular, de 6,00 m. de ancho por al menos 11,50 m. de largo y 4,00 de alto. Estaba realizado con pequeñas piedras cogidas con una fuerte mezcla de cal yeso y arena (opus caementicium) y revestido en su interior con un cemento hidráulico especial (opus signinum).
En un momento posterior, todavía por establecer (aunque siempre en el marco de la época romana), la construcción original fue parcialmente revestida en su interior con grandes sillares de granito y dividida en dos en sentido longitudinal por medio de tres grandes arcos igualmente de granito. Sobre las dos naves resultantes, comunicadas entre si por medio de los arcos, se construyeron sendas bóvedas con bloques de caliza blanca (sólo una de las dos naves es propiedad del Consorcio).
Como se sabe, las cuevas de Hércules han dado lugar a múltiples leyendas, recogidas ya en textos medievales. Según estos, las cuevas serían oquedales naturales, a las que Hércules, fundador de la ciudad, habría dado una estructura arquitectónica para instalar allí sus palacios, donde se practicaban artes mágicas y nigromancia.
Otras leyendas las relacionan con la desaparición del reino visigodo a manos de los árabes, pues habría sido el mismo Hércules quien, con sus dotes adivinatorias, dejó en un cofre cerrado la profecía de la destrucción del reino visigodo, dejando explicito que cada rey pusiera un candado más. Pero fue la curiosidad o codicia del rey Don Rodrigo quien abrió el cofre y puso en marcha la maldición de la profecía, perdiendo su reino en manos del Islam y quedando destruido el palacio por fuerzas sobrenaturales, del que sólo quedaron las cuevas. La asociación de los sótanos de San Ginés con las legendarias Cuevas de Hércules se produce en el siglo XVI y la primera exploración (en parte fallida) se debe al cardenal Siliceo.

BÓVEDAS EN CALLE NUNCIO VIEJO
 La intervención llevada a cabo por el Consorcio de Toledo ha pretendido la adecuación y puesta en valor de este recinto situado en los sótanos de la Calle Nuncio Viejo y de los elementos constructivos que los conforman. Se trata de un sistema de muros y bóvedas que datan, según los estudios arqueológicos practicados, de época romana. En el entorno de estos sótanos se encuentran dos de los restos romanos de mayor importancia hallados en la ciudad, las termas romanas y las cisternas de la red de distribución de agua de los sótanos de la Delegación de Hacienda. La puesta en valor, además de la intervención directa sobre los citados elementos constructivos, basada en su restauración, se ha llevado a cabo buscando la posibilidad de su exposición al público, haciéndola viable a través de un recorrido que acerca los elementos de interés, facilitando la observación y creando un ambiente que resalta los valores espaciales que el recinto potencialmente poseía. Los nuevos elementos constructivos y las instalaciones introducidas ahora para lograr tal fin, se han basado en parámetros de sencillez, actualidad arquitectónica y diferenciación formal con los restos preexistentes, buscando su integración en el conjunto, pero respetando a su vez, y en todo momento, el orden jerárquico primordial hacia aquéllos.
Durante la actuación de puesta en valor se creó un recorrido de doble entrada que comunica los tres espacios abovedados a través de una pasarela. La entrada se realiza a través de unos escalones ejecutados en chapa de acero sobre estructura auxiliar de perfiles laminados también de acero. Este tramo de escalones conduce a una pequeña plataforma de tablero de madera sobre el mismo tipo de estructura metálica que permite una cisión global del primero de lo espacios abovedados. La estructura metálica de pasarelas y escaleras se va apoyando sobre pequeñas soleras de cal hidráulica. La plataforma se comunica a su vez con la rampa que ya nos lleva a la pasarela de unión con las restantes bóvedas, formada por piezas de piedra artificial sobre estructura metálica. En las dos entradas se colocaron puertas de vidrio templado. La iluminación a base de proyectores colocados sobre el suelo, persigue la atmósfera tamizada y tenue que se estima apropiada para las características del espacio que se observa. Todo el suelo que no presenta restos arqueológicos se cubre con una capa de grava marmórea que aporta una textura de acabado al nivel inferior del conjunto.
TERMAS PLAZA AMADOR DE LOS RÍOS
Conocidos desde el año 1986, los vestigios arqueológicos que se conservan en este lugar nos ilustran sobre la monumentalidad que debió tener la ciudad de Toledo en época romana, trazada y dotada siguiendo el modelo urbanístico imperante en el momento y emanado desde la capital del Imperio: la ciudad de Roma. Así, los restos arqueológicos aquí conservados se convierten en referentes de los sistemas y procesos constructivos empleados en la Ingeniería y Arquitectura romanas de carácter civil, algunos de los cuales, como el empleo del hormigón de cal (Opus caementicium) o el uso del arco formado por dovelas de piedra, supusieron una auténtica revolución tecnológica en la Hispania de la época. Estas innovaciones se encuentran bien representadas en este lugar, contando también con un tramo de canalización o galería abovedada fabricado con Opus Caementicium y un arco formado por dovelas graníticas almohadilladas, que debieron formar parte del suministro de aguas limpias a la ciudad y, en concreto, dadas sus dimensiones, del abastecimiento a los edificios públicos de mayor importancia. Cómo ya hemos indicado, sobre estas estructuras se dispuso un complejo arquitectónico con una funcionalidad exclusivamente balnear o termal. Los restos aquí documentados configuran al menos dos estancias, la primera de ellas mal conocida por el momento, siendo la segunda una estancia rectangular (aproximadamente 12 x 10 m.: 120 m2), cuyo subsuelo fue dotado de un sistema de calefacción (hipocausto) destinado a caldear el alzado de la sala, configurándose como una suerte de sauna o sala cálida (caldarium), básica en el ritual romano del baño y presente en todas las construcciones termales del momento. Las dimensiones de este caldarium, la cuidada planificación de su construcción y los materiales utilizados en su decoración (mármoles, estatuas) nos permiten indicar un carácter público del edificio, levantado, sin ninguna duda, bajo los auspicios del poder Imperial.
Por lo que respecta a la cronología de los restos, aunque en su edificación se pueden apreciar dos momentos constructivos claramente diferentes, corresponden a un período situado entre fines del s. I y mediados del s. II d.C. Con el tiempo, el edificio debió arruinarse, siendo afectado y reutilizado por nuevas estructuras levantadas en épocas posteriores, tales como el silo fechado entre los s. XII a XIV; los dos aljibes emplazados en su sector occidental, fechados a partir del s. XVI., o los pilares de hierro que soportan la estructura edificada del actual inmueble, levantado a principios de la década de 1990. Puesta en valor En el año 2002, el Consorcio de la Ciudad de Toledo decide abordar la puesta en valor de estos importantísimos restos arqueológicos dentro de un proyecto global de recuperación de la memoria histórica de la ciudad. En primer lugar se consigue que el inmueble que se encontraba en una situación deplorable, sea cedido al propio Consorcio por un periodo de 25 años, mediante un convenio firmado en septiembre de 2002. Posteriormente, ya en 2003, se abordan las obras de restauración que se estructuran en varias fases. Primero se realiza una profunda investigación arqueológica, planteada como intervención directa en el subsuelo: en segundo lugar, se aborda la reconstrucción parcial de las Termas Romanas para facilitar su comprensión, y, por último, se lleva a cabo la adecuación del espacio para que sirva de Oficina de Atención al Ciudadano y en especial al investigador, uniendo la revalorización del Patrimonio y la utilidad funcional en un solo inmueble.
SÓTANOS DELEGACIÓN DE HACIENDA
Conocidos popularmente en la ciudad como “los sótanos de Hacienda”,  su descubrimiento tuvo lugar en 1628, según recoge Julio Porres, con ocasión de la construcción del actual edificio por parte de la Compañía de Jesús, pa. En 1918, se produjo su “redescubrimiento”, cuando el arquitecto de la Delegación de Hacienda, Álvaro González Sanz, dibujó los restos, realizando una planta y secciones de los restos arqueológicos, siendo utilizados entonces como trastero del edificio.
La intervención, llevada a cabo en dos fases ha permitido conocer con detalle todo el complejo constructivo, formado por tres galerías abovedadas paralelas - la del centro de menor amplitud- que en su flanco meridional se abren a una nueva galería transversal, de nuevo abovedada y de mayores dimensiones que las anteriores.
También se ha podido comprobar como la galería central del complejo tiene su continuación en la galería documentada bajo el hipocausto de las termas de la Plaza de Amador de los Ríos, por lo que podemos indicar que nos encontramos ante los restos de la red de suministro hídrico a un complejo termal de gran entidad, cuya cronología podríamos fijar a finales del siglo I d.C.

SALÓN ISLÁMICO DE DONCELLAS Y MEZQUITA Y POZO DE EL SALVADOR. TOLEDO Proceso de restauración




Salón islámico de Doncellas
 La casa de la que forman parte los dos salones posee una única entrada por el Cobertizo del Colegio Doncellas número 2, que da acceso a un patio central. Los salones estudiados se localizan en planta baja siendo uno de ellos rectangular y el otro con forma de tronco de pirámide. Desde un punto de vista constructivo, la casa cuenta con numerosas reformas conservando parte de su traza islámica aunque sometida a sucesivas remodelaciones y ampliaciones durante la Baja Edad Media, Época Moderna, Contemporánea y, por último, a finales del siglo XX, momento en el que se reconstruye la crujía que da a la calle. El resultado del estudio arqueológico de este espacio ha permitido comprender su evolución constructiva y el contexto urbano. En un espacio de algo más de 100 m2 están representadas tres fases constructivas diferentes.
FASE I
   Se corresponde con un salón de planta rectangular del que hoy tan sólo se conserva su traza. Este salón posee un acceso lateral a través de un vano adintelado, hoy tapiado, del que tan sólo se conserva una parte del cargadero con uno de los huecos de la quicialera. A este salón se le asocia con los restos de una ventana decorada con una yesería. La cronología propuesta para esta primera fase es el siglo X.
FASE II
   Esta fase se corresponde con la construcción de un segundo espacio de planta troncopiramidal adosado a los restos del salón descrito en la primera fase. Esta pequeña estancia posee un arco decorado con una yesería y conserva restos de pintura mural que reproduce caracteres cúficos con fines ornamentales. Esta fase se fecha entre los siglos XII y XIII. La yesería del arco angrelado combina escritura cúfica con elementos decorativos vegetales.
FASE III
   Pertenece a la construcción de la edificación existente en la actualidad que data de los siglos XIV-XV. En este momento se reutilizan los dos salones estudiados como establos, se tapian los vanos originales y se habilitan pesebreras exentas. En el salón tronco piramidal se abren nuevos vanos y se divide el espacio en dos plantas mediante un forjado de madera. En el transcurso de la excavación arqueológica de este sótano apareció un fragmento de mocárabe de yeso. La pieza posee elementos decorativos de tipo floral y geométrico aunque lo más interesante es la fecha que aún se puede leer en uno de sus extremos, 1150, que restando los 38 años que se corresponden con el desfase de la Era Hispana, lo situaría a inicios del XII, pocos años después de la toma pactada de Toledo por el rey Alfonso VI.

El Pozo de El Salvador
 La plaza de El Salvador se encuentra asociada al edificio conventual de San Marcos, hoy convertido en centro cultural y archivo municipal. Originalmente, el edificio se extendía por la plaza actual, desarrollándose su claustro por este espacio. En el año 1997 se practicaron unas catas arqueológicas en la misma plaza y se pudo comprobar la existencia de un sótano abovedado que estaba colmatado de escombros parcialmente. Posteriormente, la excavación arqueológica manual realizada por el Consorcio de Toledo en el año 2002 descubrió un sótano abovedado de grandes dimensiones que discurre paralelamente a la calle Trinidad y que se prolonga a través de una puerta en dirección a la propia plaza.
 Acceso: Sala rectangular construida en mampostería. En uno de sus extremos se han conservado las primitivas escaleras de acceso a la estancia. No se ha conservado la techumbre abovedada que cubría este espacio. Es en esta sala en donde se ha implantado la escalera de caracol que permite el recorrido por el interior.
   Sala principal: Hasta ella se llega atravesando una pequeña estancia y a través de un hueco de arco de medio punto de ladrillo. La sala principal es una estructura compuesta por una bóveda de cañón y una bóveda semicircular, toda ella construida en ladrillo. En el centro se aprecia una abertura cenital en donde se localizaba un brocal de pozo y que se corresponde, como es lógico, con el depósito de agua. Un canal de recogida de agua conduce hasta el mismo punto. La bóveda está construida sobre un muro de mampostería irregular. Cronología: Con respecto a la descripción histórica, sólo puede apuntarse que se ha realizado gráficamente una superposición de las ruinas de la plaza de El Salvador con el plano de Ibáñez Ibero de 1882, donde aparecen las trazas del antiguo convento de San Marcos, construido en el siglo XVI. En dicho plano no aparecen datos que evidencien la pertenencia de las ruinas actuales a dicho convento. Su cronología puede situarse entonces entre los siglos XII y XIII, anterior al claustro del convento de Trinitarios que se extendía por la plaza. En este sótano de la plaza de El Salvador se expone, en varios soportes informativos, un discurso que bajo la premisa de “Ciudad de Aljibes, Fuentes y Pozos” nos introduce en el mundo del patrimonio hidráulico y de los sótanos en Toledo.

La Mezquita de El Salvador
   Las obras de rehabilitación y puesta en valor de los restos de la Mezquita de El Salvador, propiedad de la parroquia de Santo Tomé, comenzaron a finales de mayo del año 2004 y concluyeron en abril de 2005. La intervención del Consorcio de Toledo se centró en el patio trasero de la iglesia del mismo nombre y ha consistido principalmente en la realización de un estudio arqueológico del recinto, la restauración de los elementos estructurales del mismo (arcos, muros, etc.), la recuperación de los ornamentales (piezas reaprovechadas, capiteles, aljibe, fragmentos decorativos, etc.), la corrección de las afecciones de humedad de la capilla, que es medianera, y, finalmente, en la preparación del conjunto para posibilitar la visita del mismo.

   En el conjunto nos encontramos con una primera fase de ocupación islámica (S. IX-X), asentada sobre un estrato tardorromano-visigodo, que se corresponde, por un lado, con los restos de un muro y una estructura paralela, con remate semicircular realizada en mortero y pintada de almagra, que podrían estar relacionados con la parte trasera del recinto de la mezquita, pues éstas se orientan al sureste, paralelas a la qibla.

   Sobre las ruinas de estas estructuras se construye la arquería, compuesta por tres columnas con sus respectivos capiteles, dos romanos de la primera mitad del siglo II d. C. y uno visigodo, que sustentan cuatro arcos de herradura, realizados en ladrillo trabado con mortero, enmarcados por alfices y rematados por una cornisa de canecillos, muy parecida a la de la mezquita del Cristo de la Luz, aportando una referencia cronológica en torno al siglo XI.

   Con la conversión del edificio en iglesia en 1159, este espacio se convierte en cementerio, documentándose una serie de enterramientos cristianos con tumbas de tipología antropomorfa, llegados con la Reconquista de la ciudad y utilizados, al menos hasta el siglo XIII.

   Posteriormente, ya entrado el siglo XIV, se producen una serie de cambios. La arquería queda dividida por el actual muro medianero con el convento de Santa Úrsula, mediante otra arquería, formada por un gran arco de herradura, ubicado bajo el interior de la arquería islámica, que presenta restos del acabado exterior, y otros dos arcos de herradura sobre machones de ladrillo con alfices, al exterior.

   A finales de este siglo, 1496, se realizan una serie de cambios. Este espacio deja de ser utilizado como cementerio, se sella con una capa de cal sobre la que se realiza un encachado de piedras, que sirvió de base a un pavimento de guijarros, y se construye el aljibe, convirtiéndose en el actual patio perfectamente delimitado, produciéndose la segregación con el convento de Santa Úrsula.

   La rehabilitación coordinada por el Consorcio de la Ciudad de Toledo ha pretendido devolver al espacio sus proporciones originales, eliminando para ello todos los elementos supletorios o añadidos, de forma que se pueda apreciar este sorprendente conjunto arqueológico en su verdadera dimensión.

CONVENTO DE LA CONCEPCIÓN FRANCISCANA. TOLEDO Proceso de restauración




El convento de la Concepción Francisca se ubica al Norte del casco histórico de Toledo limitado al norte por la muralla de la ciudad y frontero con el desaparecido Miradero; el lado oeste del recinto es medianero con el alto paredón del Hospital de la Santa Cruz y la fachada sur da a la palaza con una pendiente que permite, bordeando los ábsides de la iglesia, bajar hasta el puente de Alcántara. El Convento fue fundado en el siglo XV por doña Beatriz de Silva y, tras muchas vicisitudes, encontró su ubicación definitiva -la actual- en lo que hasta entonces era el convento de los franciscanos, cuando estos se trasladaron a San Juan de los Reyes. Con la llegada de las Concepcionistas, el convento se transformó enormemente. Se reformó la iglesia, se construyó el claustro alto y el lugar tomó tintes renacentistas que se unieron a los góticos.
La tercera actuación realizada por el Consorcio de la Ciudad de Toledo en el convento de la Concepción Franciscana ha tenido por objeto contemplar la obra de construcción de la cámara ventilada que separa la fachada del convento del escombro depositado en la plaza. La creación bajo esta plaza de un espacio accesible desde la calle, ha propiciado la generación de un espacio visitable que, sin interferir en el espacio privado de la vida conventual, permite un recorrido desde el subsuelo al exterior del convento, pasando al interior por un espacio habilitado que desemboca en un antiguo patio al pie de la torre mudéjar, que ha sido cubierto con un techo plano de vidrio. Desde aquí se inicia un recorrido que culmina en un a espectacular cripta abovedada, cuyo uso originario parece ser el de servir de panteón, a juzgar por el conjunto de tumbas de lucillos superpuestos, modo de enterramiento de época mudéjar, caracterizado por tumbas de ladrillo cerradas con una cubierta también de ladrillo.

sábado, 10 de marzo de 2012

LOS BAÑOS ISLÁMICOS DE TOLEDO Proceso de restauración





El baño en el mundo islámico era una práctica habitual de gran trascendencia, cuya costumbre influyó, incluso, en otros grupos religiosos y extendiéndose su uso en todo el territorio de la península. Había baños públicos y privados que cubrían la demanda de todos los grupos sociales. El baño, por tanto, se convirtió en un edificio polifuncional, con distintas finalidades: higiénica, religiosa y social.
Los baños constaban de varias habitaciones consecutivas y se complementaban con las zonas de acceso y servicios. Eran construcciones de gruesos muros y poca altura, de cubierta abovedada.

Los Baños árabes de Tenerías se localizan en la margen derecha del río Tajo a su paso por la ciudad de Toledo, junto a la iglesia de San Sebastián de las Carreras, en los terrenos denominados rodaderos del Tajo, al sur de la ciudad. Los Baños fueron descubiertos y excavados entre 1988 y 1989. Posteriormente, en 1997, la Confederación Hidrográfica del Tajo encargó nuevas excavaciones y estudios a los arqueólogos Juan Manuel Rojas y Ramón Villa. Los trabajos de investigación confirmaron la importancia del yacimiento y la existencia de una ocupación humana durante la Edad Media, que debió prolongarse hasta la Edad Moderna.
Los Baños Islámicos de Tenerías son un conjunto de estructuras relacionadas con el agua, pertenecientes al mundo musulmán, y realizadas con fábrica de ladrillo y compartimentado en varias habitaciones o salas cuyas cubiertas han desaparecido. A ellas se accede a través de una puerta practicada en una cerca que cierra todo el yacimiento. El conjunto está rodeado de un camino que lo bordea y permite la contemplación desde una perspectiva cercana. Además, una plataforma sobreelevada y un panel explicativo ayudan a comprender la globalidad del yacimiento.
El Yacimiento arqueológico de Tenerías se compone de las siguientes estructuras: Acceso, zona noroccidental /Sala de estar “bayt al-máslah”/ Letrinas / Sala fría “bayt al.bárid”/ Sala templada “bayt al-wastani”/ Sala caliente “bayt al-sajûn”/ Aljibe y qanat

El baño de la calle del Ángel es, sin duda, uno de los mejor conservados entre los ocho que todavía mantienen estructuras reconocibles dentro del Casco Histórico de Toledo. La sala restaurada se corresponde con la caliente y, a diferencia de otros baños, mantiene el hipocausto hasta hoy mejor conservado de la arquitectura civil musulmana en Toledo. La puesta en valor de este baño permite, sin duda, ampliar el conocimiento sobre este tipo de construcciones de origen musulmán que son imprescindibles para comprender la estructura urbana, organización social y hábitos de vida en nuestra ciudad entre los siglos X y XIII. La actuación sobre la sala caliente del Baño del Ángel pretende hacer comprensible este espacio, tanto desde el punto de vista de la forma como de la función y el uso que se hacía de él. Esta sala tiene una configuración tripartita con dos alcobas en los laterales del espacio central, separadas por dos arcos de herradura sobre columnas de mármol. En cada una de las alcobas se aloja una bañera de diferente tamaño, con un banco que ocupa dos laterales en la bañera grande y uno en la bañera pequeña, lo que nos da indicios del carácter social que también tenía el acto del baño. El espacio está cubierto con un sistema de bóvedas de medio cañón. En la bóveda central se abren una serie ordenada de pequeños huecos o lucernas que realizan una doble función: matizar la entrada de luz exterior y regular la densidad de vapor y el calor del baño. El acondicionamiento de este importante yacimiento arqueológico pretende dar luz a todos los elementos del espacio original que han llegado hasta nuestros días, a la vez que hacer comprensible el espacio, su función y su uso dentro del conjunto al que pertenece

Las primeras referencias a los baños del Caballel o del Cabalillo datan del año 1183. Se encuentran en los semisótanos del número 13 de la plaza del Colegio de los Infantes y bajo los números 5 y 6 de la plaza de las Fuentes. La proximidad del zoco y la mezquita, la abundancia de agua en la zona y el arraigo que tenían los baños entre los musulmanes hacen del entorno de la plaza de las Fuentes un lugar lleno de lavaderos y baños. A menos de cien metros de distancia se encontraban los Baños del Cenizal (restaurados también por el Consorcio de Toledo), los del Pozo Amargo, los del Caballel y los desaparecidos bajo el Colegio de los Infantes.
Los restos arquitectónicos conservados se encuentran bajo los inmuebles de la plaza del Colegio de Infantes, 13 y 14 y los números 5 y 6 de la plaza de las Fuentes. La planta no está bien definida por problemas de acceso y destrucciones causadas por obras en las casas, pero parece organizarse en una nave transversal de acceso a la que se contraponen tres de manera longitudinal, correspondientes a las salas fría, templada y caliente.
En el transcurso de las obras no se ha modificado la configuración original del espacio. El proyecto se ha limitado a reparar y adecentar al detalle el área completa de los sótanos para que sean utilizables y luego se ha asignado un uso a cada zona en función de su conveniencia mediante la inserción del mobiliario adecuado.
En la sala de entrada se ha situado una mesa de trabajo y un aseo, que es independiente de cualquier elemento constructivo del sótano y, por tanto, fácil de eliminar en el momento en que ya no sea necesario. Se ha ubicado en este lugar la zona de trabajo porque es la sala con mayor luz y ventilación natural. Además, el techo de viguetas ha permitido ubicar las instalaciones sin necesidad de deteriorar las fábricas originales.

La puesta en valor de los Baños del Caballel ha buscado también que la obra final sea útil para la función que debe cumplir, en este caso una sala de restauración, convencidos de que la utilidad es la mayor garantía que puede tener un edificio a la hora de plantear su conservación futura.


Por su parte, las obras de acondicionamiento en los baños islámicos del Cenizal, conservados en los sótanos bajo el inmueble de la calle Bajada del Colegio de Infantes nº 14, han tenido por objeto su conversión en un espacio visitable, mediante su puesta en valor con un adecuado planteamiento de recuperación de sus elementos más reseñables. La intervención realizada por el Consorcio de Toledo se ha centrado en dos de las salas que forman el baño o hammam : la sala de ingreso y la sala fría, ya que el resto de las salas (sala caliente y sala templada) se encuentran conservadas bajo las edificaciones colindantes. Están declarados Bien de Interés Cultural y en estos momentos constituyen uno de los ejemplos más relevantes de la realidad social, higiénica y religiosa de la Edad Media en Toledo.